Dolor de mundo


Llevo una semana desaparecida de la red y si pienso en ella, que no pienso mucho, pero me puede venir a la cabeza; siento: "Jolín, tengo que actualizar el blog y mirar si alguien me ha invitado a un buen concierto."
Desde principios de semana, las veces que me he sentado a escribir, me ha invadido un sentimiento raro de hormigueo punzante.
Me cuesta escribir, por ejemplo, "la primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido" y luego despilfarrarme tras el enunciado, siguiendo un método o un anti método que no deja de ser mi forma de hacer en la escritura.
Me cuesta, por qué después de escribir: "Qué bonita es la primavera en una terraza del ensanche barcelonés que veo desde mi balcón", recuerdo lo soez que está el mundo y en lugar de despilfarrarme, lo que se despilfarra sobre mí, es la realidad sangrante de los acontecimientos de la bola terrestre, más allá de la primavera en la terraza del vecino.
Se hace difícil atender a lo concreto sin tener en cuenta lo general. Y al revés.
El sentimiento es peligroso y hay que pasar por encima de él aún teniéndolo presente, por qué si lo iteras mucho, te encierran, o lo que es peor, te encierras tu mismo. Y nadie se hace cargo de las dietas.
Todas las ciencias y pseudo-ciencias estarían de acuerdo por una vez. Si vas al médico o al farmacéutico y les dices que te duele el mundo, te responderán que estás transfiriendo algún desbarajuste hormonal o que tienes un golpe de astenia con retranca social.
Ni solidaridades desmesuradas, ni almas con contrapuertas de papel de fumar y plumas de ángel, simplemente un gesto de la mano, deteniéndose en la firma en el folio. Y poco más.
Mi alma de hule, donde pasar la bayeta de los días, se torna gruyere por la incapacidad de absorber tanta obscenidad cómo el mundo me devuelve, no me deja despilfarrarme. Hay rendijas por donde soplan remolinos negros.
El malestar de la tierra sabrá de qué hablo. Cuando la indecencia humana la llevó al límite, los individuos que participaron en el estropicio se creían dioses, capaces de asimilarlo todo, de conocerlo todo, de no sufrir por nada. En el reverso de esta moneda, millones y millones de conciencias soportando el peso de los pensamientos que surgen por la información de lo que pasa afuera, pueden llegar a poner sus cuerpos del revés.
El golpe de aire nos engullirá al fondo de sus guaridas. La tramontana que lo barre todo y sale para afuera está por llegar.
Escribo después de hablar con una amiga del crear, un poco cansada y muy de noche,
A la amiga también le invade el sentimiento de ¿Qué decir ante todo esto? o ¿Cómo loar el singular olvidándose del plural? Cada vez cuesta más escribir en términos concretos de según qué cosas. Por ejemplo, de la primavera recién llegada, de cómo le crecen los tulipanes al vecino. Hoy escribiré cien veces tulipán y mañana os daré la murga con el milagro de la flor. El milagro de la flor en la primavera del 2011. La vida al nacer. La murga, la vida.





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